TURISMO SLOW
En la década de los 80 en Italia nace un movimiento, el slow food o «comida lenta», para luchar contra la «comida rápida» o fast food que nos llega de los Estados Unidos. Se pretendía que las personas disfrutaran del placer de una buena mesa, especialmente de las variedades típicas y regionales y de los modos de vida tradicionales asociados a la comida, sin prisa y en buena compañía.
Sobre esta base asienta una nueva variedad de turismo, el turismo slow (turismo lento o turismo tranquilo), en la que se pretende disfrutar de un viaje sin agobios, sin prisa, disfrutando no sólo del destino elegido como lugar sino también de su cultura, de su gastronomía, su gente, entorno… Descubrir el lugar, integrarse en él el máximo posible cuidando el medio ambiente sin influir en la modificación del terreno, tratando el paisaje como se fuera la propia casa.
El turista slow escapa de los típicos viajes en los que se visitan varias ciudades saturadas en pocos días, necesitando de nuevo “vacaciones adicionales” para descansar de las vacaciones.
El turismo slow ofrece calma, tranquilidad, descanso, experiencias únicas. Un aprovechamiento enfocado a todo tipo de viajeros que quieran conocer la personalidad de cada lugar que visitan y volver con experiencias que sólo ellos vivieron.
Catedral, casco viejo y algo más… Los barrios y el rural que rodean la zona más conocida y turística de la ciudad reúnen las condiciones idóneas para ofrecer ese disfrute tranquilo y auténtico buscado cada día por más personas: caminos y lugares con encanto que quedarán grabados en su memoria.
Ríos, bosques, fauna y flora, historia, arte, etnografía, viejas aldeas, fiestas y antiguas tradiciones en las que mezclarse con la gente del lugar y saber más de sus costumbres, pasado, leyendas…, y el colofón a un buen paseo o a una buena excursión, magníficas comidas típicas con productos de primera calidad.
Ven a los barrios y al rural de Santiago para descubrir sus tesoros ocultos. Ven a disfrutar de lo auténtico.